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sábado, 29 de febrero de 2020

Ventana al pasado




Junio del 2000

Querida amiga:

Como verás, no me he olvidado de vos, además prometí escribir.
Apenas llegué a Rawson me puse a ordenar el tremendo lío que tenía por la mudanza que hice antes de viajar a Europa desde Buenos Aires.
Mi nuevo hogar queda en la planta baja de la casa de mi mamá y está quedando muy lindo, es muy grande y me sobra espacio por todos lados. Si bien, me falta mucho por hacer, como por ejemplo, pintar y comprar la heladera ¡Ya estoy viviendo ahí!
A mamá voy a usar la computadora, a lavar la ropa y a buscar mimos maternos...
Al principio me costaba pensar estar en mi departamento, me era raro, parecía que estaba de vacaciones pero no estaba. Para colmo, con mi mamá no tengo dramas, nos llevamos muy bien.
Después de acomodarme, me puse a rehacer mi currículum, ¡hacía tanto que no buscaba trabajo!
La verdad es que tuve suerte, conseguí hacer sociedad con una fisioterapeuta que tiene tres bebés y que a la mañana tiene cerrado el consultorio. Ya nos conocíamos y es muy macanuda (palabra muy argentina que significaría "maja").
Hace una semana salió mi aviso en el diario como profesional y solo atendí a tres pacientes, ¡cuánto trabajo! Al menos ya estoy en las cartillas de las obras sociales.
Acá las cosas son más fáciles que en Buenos Aires, pero de todos modos, es difícil empezar de cero.
Lo más lindo de una ciudad pequeña es que voy a mi casa caminando, almuerzo y puedo pavear (haraganear) hasta las cinco ya que todo cierra. No existe el horario corrido ¿No es genial?
Acá se puede vivir casi sin plata aunque mi mamá, después de todo no paga tan mal... ¡Ja,ja! Ella dice que trabajo muy bien de hija.
En cuanto me pueda hacer de una clientela y juntar algo de plata, seguramente pongo mi consultorio.
Por otro lado, en un Instituto de nivel terciario (universitario pero de menos años y por lo general privado), me llamaron para dar un curso de capacitación sobre física, pero para un nivel de docentes. Esto me gusta porque es como un desafío. Comenzaré en agosto y es hasta noviembre. Estoy entusiasmada.
También me invitaron a dar un seminario sobre Discapacidad Visual (mi especialidad) en el hogar de ancianos de la ciudad, porque justo enganché una serie de charlas que tienen que ver con la tercera edad. Me fue bárbaro.
Bueno, la verdad es que apenas hace dos meses que llegué y me están saliendo bien las cosas. Es el tiempo de sembrar para después cosechar. Hay que tener paciencia.
Me hace muy feliz generar cosas para hacer. Soy consciente de que tengo que empezar de cero, pero de eso se trataba y lo pensé mucho.
Otra cosa importante es que por fin me decidí aprender a conducir. Desde que llegué, mi mamá empezó a hinchar para que averiguara en la autoescuela, pero yo no quería porque me daba vergüenza y miedo. Al final me animé y encima conseguí una escuela vial gratuita en un circuito donde hacen carreras de turismo por carretera. No sé si existe esa especialidad allá, sería algo así como Fórmula 1.
También estoy contenta porque una vieja amiga también se instaló aquí, así que, no estoy sola en esto de poblar La Patagonia. Además ella es médica por lo que nos pasamos datos para ir conociendo el ámbito médico de la ciudad.
Los fines de semana voy a tomar mate a la playa, el asadito de los domingos (costumbre típica argentina), caminar tranquila por las calles, juntar nueces o comprar verdura en la chacra (granja), cuidar a mi ahijada, etc.
Hablando de asaditos... Lamento tener que contar que he engordado un par de kilos, así que me propuse a caminar y a hacer algo de ejercicio. No sé cuánto voy a durar porque ya está haciendo frío. El invierno llegó. Hablo de temperaturas bajo cero, pero por suerte seco y con mucho sol.
Veo por la tele que allá están muertos de calor. La verdad es que no veo la hora de volver a España. Quisiera conocer mejor a mi familia, a la de Barcelona y a la de Madrid. Además me quedaron muchos lugares por conocer.

Ni qué hablar de la envidia que me dio saber que se juntaron para salir. Yo me mando e mails con Samuel y cuando me cuenta cosas... me da muchísima nostalgia.

La verdad ¡Qué bien la pasamos en París y qué grupo humano lindo nos tocó! Me gustó todo y disfruté mucho del viaje... No me canso de mirar las fotos, salieron preciosas. Ya te voy a mandar algunas.
Me pregunto cómo habrá salido la foto que te tomaste con la muerte de Atala.
Sos una dulzura de persona y muy madura para tu edad. Estoy segura de que vas a poder cumplir todos tus sueños, y espero que entre ellos sea visitar mi lugar. Te aseguro que es muy hermoso, diferente a cualquier otro: es salvaje.
Bueno, no me quiero poner nostálgica, te mando un beso grande y saludos a los chicos y a Yanice... Si se vuelven a ver.
Los recuerdo con mucho cariño y me hubiese gustado tener más tiempo para conocerlos mejor y compartir más momentos juntos.
Un fuerte abrazo,

Carla.


Museo del Louvre, Abril del 2000
Cuadro, El entierro de Atala, (detalle), de Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson

martes, 8 de enero de 2019

Carta al Mundo


Esta es la carta que nunca envié.
Los Reyes Magos se marcharon, hasta el año que viene no regresarán de Oriente.
Se llevaron las esperanzas quebradas de muchos. Las ilusiones de los niños mayores que por su situación no se pueden permitir ni siquiera pensar en la existencia de Sus Majestades. Pues  no hay Reyes para todos y no hace falta ir muy lejos para comprobarlo.
Y me he preguntado en vísperas de tal festividad, cómo será la carta de algunas personas que de alguna manera, he visto y estoy conectada a ellas.
¿Qué habrá pedido aquella mujer de cabellos grises y despeinados que lleva en silla de ruedas a su hijo?
¿Qué pedirá un padre o una madre que ha perdido a su hijo?
¿Qué pedirá un niño que vive en la extrema pobreza en un terreno sin dueño?
¿Qué pedirá un adolescente que ve sin pena ni gloria cómo cae su nación, ante una deuda fabricada y que deberá pagar sin consuelo de nadie?
¿Qué pedirá un niño ante la precariedad de sus padres ? ¿Y unos padres ante la enfermedad de un hijo o la suya propia?
¿Qué pedirá una niña que anda sola por la calle mientras su familia la busca con desespero?
¿Qué pedirá el amante al ver cómo indolente, pierde a su amada?
¿Qué pedirán las almas que se han doblegado una y mil veces ante el infortunio que las tocó vivir antes de acabar en el eterno purgatorio?
¿Qué pedirán tu corazón y el mío al ver cómo nos destruimos mientras una pandilla de idiotas nos controlan con sus hilos invisibles sin que sepamos que estamos a su merced y que fueron ellos quienes crearon el conflicto?  Exhiben a sus esbirros en una artificial y descontrolada feria de las vanidades mientras nos entretienen, haciéndonos creer en falsos dioses y tributos, subdividiendo religiones, inventando conflictos que nos destruyen.
Observo silenciosa, desde mi anónima posición cómo las familias se dividen, y mujeres y hombres se enfrentan bajo el frío y trémulo aire del invierno europeo.Y cómo la desconfianza reina por doquier en un mundo que se ha convertido en un anquilosado limbo. 
No hay rumbo fijo, y las generaciones futuras pedirán a Sus Majestades más cordura mental y menos cosas materiales. Pero cuando suceda… será muy tarde para pedir a los Reyes.
El planeta se desmorona como un inmenso puzle, cuyas piezas no encajan tras haber sido separadas y expuestas al caos, provocado por la humanidad en sus más altos estamentos: superflua, irresponsable y en el peor de los casos, psicópata.
Siempre agradecida, a ti lector, el tiempo que dedicaste a leerme a lo largo de mi más que discreta trayectoria literaria; testigo mudo e indeleble de mis preocupaciones, anhelos y silencios.
Lejos de caer en el pesimismo, siempre hay esperanza ante la evidente adversidad, incluso en la más absoluta oscuridad, hay un claro de luz que tintinea, escondido detrás de los desordenados árboles de los bosques más profundos de nuestra conciencia y que quiere ser encontrado para iluminar nuestro camino.
Esta es Mi Carta al Mundo, cuyas Majestades, nunca recibirán de mí.

Os deseo unión, paz y amor, en definitiva, un precioso año 2019.
 Ilustración de Metamórfico La Revolución Silenciosa, Parte I, año 2018.

Todos los derechos reservados. 
Copyright Patricia Bermejo Gallego.