Esta es la carta que nunca envié.
Los Reyes Magos se marcharon, hasta el año que viene no
regresarán de Oriente.
Se llevaron las esperanzas quebradas de muchos. Las ilusiones
de los niños mayores que por su situación no se pueden permitir ni siquiera
pensar en la existencia de Sus Majestades. Pues no hay Reyes para todos y no hace falta ir muy
lejos para comprobarlo.
Y me he preguntado en vísperas de tal festividad, cómo será la carta de algunas personas que de alguna manera, he visto y estoy conectada a ellas.
¿Qué habrá pedido aquella mujer de cabellos grises y
despeinados que lleva en silla de ruedas a su hijo?
¿Qué pedirá un padre o una madre que ha perdido a su hijo?
¿Qué pedirá un niño que vive en la extrema pobreza en un terreno sin dueño?
¿Qué pedirá un adolescente que ve sin pena ni gloria cómo
cae su nación, ante una deuda fabricada y que deberá pagar sin consuelo de
nadie?
¿Qué pedirá un niño ante la precariedad de sus padres ? ¿Y unos
padres ante la enfermedad de un hijo o la suya propia?
¿Qué pedirá una niña que anda sola por la calle mientras su
familia la busca con desespero?
¿Qué pedirá el amante al ver cómo indolente, pierde a su
amada?
¿Qué pedirán las almas que se han doblegado una y mil veces
ante el infortunio que las tocó vivir antes de acabar en el eterno purgatorio?
¿Qué pedirán tu corazón y el mío al ver cómo nos destruimos
mientras una pandilla de idiotas nos controlan con sus hilos invisibles sin que
sepamos que estamos a su merced y que fueron ellos quienes crearon el
conflicto? Exhiben a sus esbirros en una
artificial y descontrolada feria de las vanidades mientras nos entretienen, haciéndonos
creer en falsos dioses y tributos, subdividiendo religiones, inventando
conflictos que nos destruyen.
Observo silenciosa, desde mi anónima posición cómo las
familias se dividen, y mujeres y hombres se enfrentan bajo el frío y trémulo
aire del invierno europeo.Y cómo la desconfianza reina por doquier en un mundo que se
ha convertido en un anquilosado limbo.
No hay rumbo fijo, y las generaciones
futuras pedirán a Sus Majestades más cordura mental y menos cosas materiales. Pero
cuando suceda… será muy tarde para pedir a los Reyes.
El planeta se desmorona como un inmenso puzle, cuyas piezas
no encajan tras haber sido separadas y expuestas al caos, provocado por la
humanidad en sus más altos estamentos: superflua, irresponsable y en el peor de
los casos, psicópata.
Siempre agradecida, a ti lector, el tiempo que dedicaste a
leerme a lo largo de mi más que discreta trayectoria literaria; testigo mudo e
indeleble de mis preocupaciones, anhelos y silencios.
Lejos de caer en el pesimismo, siempre hay esperanza ante la
evidente adversidad, incluso en la más absoluta oscuridad, hay un claro de luz que
tintinea, escondido detrás de los desordenados árboles de los bosques más
profundos de nuestra conciencia y que quiere ser encontrado para iluminar
nuestro camino.
Esta es Mi Carta al Mundo, cuyas Majestades, nunca recibirán
de mí.
Os deseo unión, paz y amor, en definitiva, un precioso año
2019.
Ilustración de Metamórfico La Revolución Silenciosa, Parte I, año 2018.
Todos los derechos reservados.
Copyright Patricia Bermejo Gallego.
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