jueves, 5 de octubre de 2017

Lo que a cupido nunca conté.

Hace un año que se editó esta maravillosa antología benéfica Piel de Mariposa, lo que a cupido nunca conté. Es una obra de varios autores, muchos de ellos, grandes amigos míos de las letras y excepcionales personas. Fue coordinada y creada por mi amiga escritora, María Beatobe.

Todos habíamos participado de manera altruista, las ventas, fueron destinadas a la Asociación Debra, que se encarga de ayudar a los niños afectados por la piel de mariposa, una enfermedad dura y despiadada, que se ceba en el desarrollo de la piel del niño y en el alma y ánimo de la familia.

La antología es un conjunto de relatos cuyo tema central es el amor, en ellos se refleja dos tipos (Eros y Philia), parcialmente Ágape.
A modo aclaratorio según Platón los tres principales y más conocidos tipos de amor que nos habla en su obra "El banquete" son:
Eros: es el amor de pareja, el sentimento idealizado, el éxtasis del comienzo...
Philia: Es el amor por la familia, los amigos... busca una satisfacción más allá de Eros.
Ágape: Es el amor más puro, más filantrópico. Es el amor hacia la humanidad.

Es una obra ilustrada y por ser autoeditada, se editaron un número limitado de ejemplares.

Aquí os dejo mi aportación (Philia) para que no caiga en el olvido inexorable por el transcurrir de los días y en el anonimato.

Título: EL ÚLTIMO ALIENTO
Antología Piel de Mariposa, Lo que a cupido nunca conté. 
VVAA

A mis hijas.

Lejos, muy lejos del amor romántico, que con su abrazo nos envuelve en una sublime y atormentada locura, existe otro, que ni el paso del tiempo, ni las inclemencias del ambiente que nos rodea, no impide su crecimiento, al contrario, supera  con creces el romanticismo de pareja.


Cuando te tenía muy dentro, me di cuenta que no estaba sola, sabía que ese sentimiento llamado egoísmo anclado en mí durante bastante tiempo, desaparecería con tu llegada.

Y así fue.

Llegaste como un tesoro, un tesoro que no deseaba compartir con nadie. Mi enfermiza pasión hacía que te tuviera en mis brazos durante todo el tiempo. Pero, un triste avatar y la consciencia de tu quizá prematura soledad, precipitó la llegada de tu hermana, y juntas, empezasteis el camino.

¡No sé qué va a depararnos en medio de la  vorágine  material! Lo único que sé es que fui, soy  y seré, la espectadora  fiel de vuestras vidas. En vuestras caídas, aquí estoy, aquí estaré y os  levantaré como gráciles pajarillos.  Vuestras victorias, serán mi triunfo, vuestras alegrías, mi tranquilidad, y vuestras penas, mi lucha.

Todo ello desde la sombra, que, con el paso del tiempo, se irá haciendo imperceptible, hasta desaparecer por completo porque  aprenderéis a salir victoriosas  sin mi ayuda.

No importa lo largo del camino, no importa las piedras que se interpondrán en él, vosotras, hijas mías, estaréis por encima de todo.

Os mostraré de qué material estáis hechas, de una incomparable materia, según las circunstancias: dura como el acero, blanda como la espuma. Y cuando aprendáis a moveros con soltura en este mundo vulgar y mentiroso; Entonces nada ni nadie podrá interceptaros porque, poco a poco, juntas, derrumbaremos esos falsos paradigmas que generación tras generación se han ido asentando en nuestra memoria, impidiéndonos avanzar con mayor facilidad.

Os diré, sin imposición alguna,  en voz  muy baja, tan baja que ni el aire me pueda escuchar, los secretos que envuelve la vida, antes de que otros, os arrebaten vuestra psique.

Intentaré como madre, estar a la altura de las situaciones (por muy difíciles y tortuosas que sean), posicionándome a vuestro lado. Nunca por encima, ni por debajo.

Saborearé cada instante de vuestras vidas,  convencida de que el aura limpia y fuerte que os envuelve, es tangible, auténtica.

Caminad erguidas, alzad vuestras barbillas; con la mirada al frente, mostrad al mundo la riqueza de vuestra alma, sin que ésta se corrompa con la envidia o la avaricia. Y, mientras trazáis con vuestra luz el camino, aprended todo lo que podáis durante la vida, y enseñad a aquellos que creen de todo corazón en vosotras, lo que habéis aprendido. 

No seáis fieles a una religión, a falsos dioses,  que además de no existir como tales, se hacen pasar por deidades que se alimentan de nosotros de manera visceral.

Abandonad a un rebaño ciego, de prefabricada mansedumbre, ya que ésta, los mantiene inmóviles.

Vibrad en un estado alto de energía, tan alto, que nada ni nadie os puedan alcanzar ni absorber. De esta manera, la tristeza será un aspecto inexistente en vuestras vidas, reinando la alegría. Pues portaréis el estandarte de la bandera del optimismo.

Olvidad vuestro ego, aislad el rencor, la duda, y el terror, y avanzad hacia las metas establecidas superando los obstáculos que se puedan interponer. Abandonad la pereza, y todo aquello que no os ayude a alcanzar el objetivo.

No os aferréis al pasado, quedaos con lo mejor de los días. Apartad con rapidez los sentimientos negativos con puños de hierro. Mostrad firmeza cuando sintáis flaqueza. No os salgáis del camino, sed precavidas permaneciendo en él, hasta que logréis vuestros sueños; y una vez que hayáis alcanzado la razón de vuestra felicidad, yo habré alcanzado mi cometido: la gloria de haber sido elemento activo de vuestra dicha.

Habéis nacido para brillar como estrellas en un  firmamento que con el paso del tiempo se está haciendo cada vez más oscuro…


Más allá de la vida, existe un mundo espiritual, entes que no necesitan vivir en un mundo material,  en el cual, nos encontramos inmersos, y que, como criaturas materiales, nos desenvolvemos sin más remedio en la  excesiva e indeleble dependencia de lo material que, en ocasiones, aboca al ser humano al borde de la desesperación, a un estado permanente de inconformismo y vigilia.

Esto es mucho más que una carta de amor, es quizá la mayor muestra de amor que puedo ofrecer a mis hijas antes de que mi último aliento se lleve consigo, mi cuerpo, mi alma y un conocimiento intuitivo y ancestral.

Quizá me equivoque en algunos argumentos, o, quizá, me halle más próxima a la verdad de lo que nos rodea:  que puede ser todo, o puede ser nada.

Os pido hijas mías, que no lloréis, no sufráis por mí cuando mi menudo cuerpo se marchite,  porque desde la inmaterialidad de mi nuevo mundo, me colocaré en primera fila, muy cerca del escenario, envuelta en una extraña soledad de un eterno limbo,  para seguir siendo la espectadora fiel de vuestras vidas.

Porque sois y seréis, las actrices principales de la mayor obra: Mi vida.



Copyright del texto y la ilustración Patricia Bermejo Gallego, año 2016
Contenido procedente de la Antología Benéfica: Lo que a cupido nunca conté, año 2016