lunes, 18 de octubre de 2021

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Desde la bóveda terrestre,
Él observa:

A hombres sometidos

mujeres indolentes; 

Todos pecadores.

Hornacinas y círculos.

Varón de dolores.


El juicio, la gloria,

la muerte, el infierno,

el búho omnipresente,

verdugo visual...

Penitente.


¡Rueda, rueda... Ruleta irisada!

La burla, el descaro, 

la avaricia, la gula,

la pereza y la desgana,

la envidia y el orgullo;

variables dispersas

en subgrupos infinitos.

Rueda truncada.


Imágenes impactantes

de espadas y lamentos,

iras y sarmientos

de forma extraña, dispuestos.


Bienvenida la lujuria

de juglares y bufones

en banquete de glotones.

Juicios y sobornos,

eclesiásticos perezosos,

campesinos borrachos

y señores feudales, envidiosos.

Espejo y demonio, 

en el interminable infierno,

de fuego, de carbón 

y de savia carmesí,

de todos, el más tenebroso

en la mente de El Bosco.

Amantes acechantes

arpas abandonadas a su suerte

puntas afiladas, desenvainadas;

Bastones y taburetes por el suelo.


                                            ¿En el suelo?

                                                    —En el suelo.

Sombrero colgante
atravesado por la flecha.

Personajes deformes

animales irreales

en la cabeza del maestro. 


En el final de los días, 

todos serán juzgados

por los pecados cometidos,

condenados a castigos

que huelen a sangre...

Exiliados, aislados y divididos

por obra divina,

de la magia cósmica,

el pincel y el artista.

Mujeres y hombres

inmersos en un  terrible juego

tan ancestral como el miedo,

en el que participan sin saberlo.

La gloria espera a los salvados

por sus buenas acciones, auspiciados

y en ocasiones, tentados

por los incesantes demonios de la cotidianidad.


Cristo redentor

de pecados, limpiador;

de todo, observador.

Ojo de Dios

pupila divina

el pintor con su pericia

conduce a los personajes

a su correspondiente postrimería. 


miércoles, 19 de mayo de 2021

THANATOS




11 de febrero de 1963

Es la hora. Limpia tu hogar y ordena la cabeza, quizás hoy te reúnas con alguien muy especial al que añoras tanto. 

El barco de la botella ha zarpado, puedo ver agua dentro de él. 
Esta vez no será un simulacro de piernas ensangrentadas, ni de pastillas en el estómago, tampoco estarás en el coche. No será necesario luchar por tu insomnio y la pérdida. Es el momento de liberarse.
Sella la cocina con lo que encuentres: cintas, paños y toallas. 

Aún son las cuatro de la madrugada...no te queda demasiado tiempo... Un beso a Nicholas y un suave abrazo a Frieda. Aún percibes el frío de la noche que cala la medula espinal y las sinapsis. 

Tapa a los niños con gruesas mantas. Sabes que no es suficiente, que nunca fuiste suficiente. Enciende el gas y pon tu cabeza en el horno. Deja un bonito cadáver.

¿No es hermoso?

El búho ya no apretará más tu corazón, y la bisectriz del estómago desaparece. No has gritado. Te alejas suave y sin ruido. Se terminan las expectativas, das por finiquitadas las ansias de admiración propia y ajena, fulminas con tu ausencia tu incompatibilidad con el mundo. 

Aún tu alma revolotea por la cocina, mientras la enfermera no da crédito a lo que observa. Ted se arrepiente, se lleva las manos a la cabeza en una décima infinitesimal de segundo. 

¿Puedes ver a los niños a salvo?

El espectro, la presencia  de la muerte nunca fue tan anhelada. 

¿Puedes tocarla? 

La cabeza, el horno, la víctima y el verdugo, todos arremolinados. El fénix no emergió de sus cenizas y tus controladores dejarán de molestarte. Desaparecen los campos de exterminio de tu mente. Sabes que no hay marcha atrás ante tu irrevocable decisión. Tienes lo que siempre quisiste: la paz, el silencio, la lejanía de lo terrenal que se había desbordado en un constante flujo de idas y venidas sin rumbo fijo.
El péndulo de la muerte permanece en tu ser, trascendental te alejaste de lo que te rodeó para no volver jamás.
Siempre viva en tus palabras. La rosa marchita mientras su corazón latía. 

El cuervo sabe que  ya no puede apaciguar tu ropa sobre tu cuerpo de hielo y mármol. Llegas al abismo, tu hogar, mientras dejas atrás tus mejillas cinceladas de basalto. 

Y los ángeles no llorarán por ti.
Porque eres árbol, eres flor, eres piedra, nube y nieve. Todo junto.
Tu ojo cuadrangular de diosecilla vio el amor en los demás y el propio, con la extrañeza de quién no pertenece a este mundo, con la flaqueza de una amapola que nunca se agitó por la brisa.
Sin lágrimas, ni azucenas, nos abandonas. La muerte fue placentera para ti, ante la luna de la madrugada. 
La enfermera no tendrá que cuidarte, ni escucharás el quejido mudo de los niños, agazapados por el hielo de la sombría realidad. 

¿Puedes escucharme?

No existe error o acierto, ni esperanzas en tu ataúd, ni plumas de pavos reales.
Regresas a tu esplendor con tus hojas y tu savia, con tus raíces y frutos. Vuelves a la tierra pero una fuerza descomunal te aleja de ella.
Con todos tus miembros te marchas tal como llegaste, sin equipaje. Ahora los ángeles se ríen de nosotras, oigo sus irónicas carcajadas...  quizás se estén riendo de mí. Saben que no puedo verlos. Lo que si vi es que ellos torcieron el cuello para admirarte,  recompuesta y en otra esfera del mundo que muy pocos comprenden. 
El horno fue tu salvoconducto, las estrellas, la luz que atravesó tus huesos hasta llegar al tuétano y el agujero negro del espacio absorbió lo poco que quedaba de tu ser material.

Acabas de caer en la cuenta de que no puedes verle. El barco se ha secado, se aleja por el espacio y se hunde en medio del vacío hasta desaparecer de mi vista de pájaro interestelar.  La muerte, como la vida, es un sueño, un espejismo.

Palabras de ensordecedora verdad te hicieron compañía en aquella parte equidistante y solitaria del universo.
Porque ya no eres vertical, tampoco horizontal. Eres inmortal.


Eterna, Lady Lazarus.



 



 

martes, 18 de mayo de 2021

Firma

 


El próximo viernes, 21 de mayo a partir de las 17.30 h hasta las 19.30h estaré firmando ejemplares de mis últimas obras, en la Feria del Libro de Vallecas.

Me encantaría que estuvierais allí (pretérito imperfecto).

Tenía que ser imperfecto... tan imperfecto como yo.

Un fuerte abrazo, mis queridos lectores. 

Os quiero.