lunes, 30 de octubre de 2023

El abrecartas

 




INSTRUCCIONES DE CÓMO MATAR A UN SEÑOR DE LAS MOSCAS

Los señores de las moscas son especies invasoras, parásitas. Sobrevuelan la obscenidad, cometen atrocidades; comen la carne de los inocentes en estado de descomposición. Como tórsalo, se adueñan de varios huéspedes y se alimentan de la energía de otras especies, crean dinero fiduciario a costa del sudor de otros. 
Una vez detectado al señor de las moscas, hay que asegurarse de que ha cometido numerosas transgresiones. Las pruebas de los delitos ayudarán a no equivocarnos; al fin y al cabo vamos a asesinarle y debemos estar completamente seguros.
Ya identificada la situación en la que nos encontramos se procede a indagar en la documentación con el fin de encontrar indicios de malversación de fondos, extorsión y estafa, también es importante hallar cualquier archivo que determine su condición. Para esta tarea es mejor contar con un informático (si es jáquer, mejor) ya que a estos tipos les encanta encriptar archivos. Insisto: hay que ser meticuloso y tener bastante sangre fría pues nos podemos esperar cualquier cosa.  La información que puede manejar un señor de las moscas no es fácil de digerir para una mente sana. Aviso.
Es posible que a estas alturas nos ponga un detective privado. Él sabe que hemos estado husmeando en su ordenador. Tenemos dos opciones: eliminar al detective o seducirle. Es preferible hacer lo segundo. Si no hay posibilidades de seducción, hay  que eliminarlo.
Después de mostrar al detective todas las pruebas de su cliente, se le puede convencer para atraerle a nuestro terreno. No es difícil, suelen ser personas solitarias y es cuestión de poseer un amplio conocimiento de la condición humana. 
Finalizadas las pesquisas oportunas y el acuerdo con el detective, toca esperar. Hay que dejar un largo espacio de tiempo para que el señor de las moscas no sospeche. El mejor momento para llevar a cabo el cometido es cuando el tábano está sumergido en alcohol (les pirra el Chardonnay). A continuación, elegiremos el puñal más hermoso, exótico, al ser posible con pedrería incrustada en el mango y ya, desprovisto de conciencia, procedemos al apuñalamiento. Para ello, opto por el bonito abrecartas que llevo afilando durante meses...
Hay que rematarlo, no deseamos que su cuerpo mantenga un atisbo de vida. Una vez muerto, se guarda en el sótano, se entierra el cadáver con la ropa de temporadas pasadas, no sin antes, limpiar el rastro de sangre. Durante este último paso recomiendo tener mucho cuidado: la sangre, en la tapicería del sofá, se quita fatal. 




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