miércoles, 3 de agosto de 2016

El bello arte del microrrelato. Parte 2



En mi anterior entrada, cité algunos sencillos trucos para comenzar a escribir microrrelatos.
Al principio, no me veía capaz de escribir relatos muy cortos, sin embargo, a medida que voy haciéndolo, me doy cuenta  de que es una buena forma de empezar el camino de las letras (yo, lo hice a la inversa).
El formato corto permite pulir un poquito más nuestro estilo personal de manera rápida y eficaz.

Aquí os presento más trucos:

6. El uso excesivo de preposiciones.
Éstas, en alguna ocasión,  pueden llegar a ser innecesarias en el microrrelato. Esta norma se aplica a cualquier escrito con independencia de su extensión.
Menos = Más. (De nuevo, me repito, no lo puedo evitar)

7. Concretar para definir. 
En este caso me es más sencillo explicarlo con el siguiente ejemplo.
No es lo mismo: Un perrito de rostro sagaz,  ojos y hocico de  color negro intenso, pequeñas orejas, de pelaje  oscuro, liso y lacio, con algunos mechones en su cabeza  dorados, jugaba con los cordones de los zapatos.
Que: Un Yorkshire Terrier jugaba con los cordones de los zapatos.

8. La fantasía, el aliado perfecto.
Inclusión de criaturas fantásticas, acontecimientos paranormales, etc., aportarán originalidad sin someterle  al rigor excesivo en cuanto a contenido. El surrealismo, además, ofrece cierta libertad al escritor en sus comienzos.
En definitiva, utilizar la imaginación puede  ser nuestra mejor baza para el desarrollo del relato.

 
9. Lo más importante: leer, corregir y aprender de los demás y de nuestros propios errores.
Leer  microrrelatos de otros autores le ayudará en su camino.  Hay un montón de gente interesante que comparte sus consejos de escritura en blogs, webs, YouTube, etc. Y echar un vistazo el trabajo de los demás de forma constructiva, conseguirá mayor conocimiento, y, de manera indirecta dará visibilidad a otros, que, como yo, nos dedicamos a esta difícil y maravillosa andadura.
 
Para terminar, comparto dos microrrelatos de temática oriental y versos haiku, rescatándolos de un inexorable olvido por el devenir cotidiano.
 
PERSIGUIENDO AL CHICO RÁPIDO

Había dado con la clave, y mientras leía aquellos versos, sin darme cuenta, mi rival, un muchacho desconocido, me arrebató el papel. Se alejó corriendo, era muy rápido, más rápido que yo.
Recordé las palabras de mi Instructor. Según él todos teníamos corazón de guerrero.
-Debes desarrollar la paciencia, es la virtud más valiosa- Decía.
En aquellos instantes, en plena carrera, mi necesidad por recuperar aquél papel era tal, que la paciencia no hizo acto de presencia. Sólo tenía que buscar la debilidad de mi contrincante y aprovechar la oportunidad. Me mantuve en carrera tras él. Aquél chico paró repentinamente. Con relativa facilidad, le arrebaté el papel. El muchacho me observaba con autosuficiencia, escondido bajo su máscara. La lluvia, y al fondo, el majestuoso Monte Fuji como escenario, me sobrecogió momentáneamente. Acto seguido, y sin esperarlo, él sacó su espada. Por mi parte, no deseaba enfrentarme. La clave estaba a salvo, ¡conmigo!. Él sin inmutarse, me dejó escapar y guardó su espada.
Con paso largo, me alejé.
Años después comprendí que aquél chico rápido era el Instructor.
Un día, mientras caminábamos, recitó aquellos versos del haiku de memoria
.
 
Año de publicación 2015. Para la Revista Universo Letra
Copyright Patricia Bermejo Gallego
 
CAJA DE MUSICA

Descubrí el mensaje en un verso del haiku. Tenía que encontrarle, Okura, mi compañero de patrulla se llevó el papel. Desapareció con él.
Fui a su casa, a investigar. Tras varias preguntas, las cuales su esposa contestaba sin dejar de llorar. Dictaminé que las causas de abandono debieron ser por fuerza mayor.

-No se preocupe señora, le encontraremos- decía auto engañándome.

El tiempo transcurría y cada vez era más difícil mantener la esperanza. Okura, había desaparecido.
Un día, su esposa fue hasta la pequeña comisaría del barrio, al verme, me entregó un papel. Por lo visto lo encontró días después de la desaparición.
Un dibujo en blanco y negro; parecía ser una caja, adornada con motivos florales.
Sin perder tiempo, fui a su casa, y en la habitación, encontramos una caja exactamente igual, dentro de un armario.
La caja era de su hija, de la pequeña Takara.
Al abrirla, el sonido monocorde le otorgaba misterio a la escena. Dentro de una pequeña caja de música había sobre el papel varios versos del haiku. En ellos se encontraba aquél verso que contenía el mensaje oculto
.

 
 
Año de publicación 2015. Para la Revista Universo Letra
Copyright Patricia Bermejo Gallego
 
Un abrazo a todos los curiosos,   lectores y amantes de las letras.
¡Hasta pronto!
 
 

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